Antídoto natural contra la amenaza de la influenza

>> jueves, 23 de julio de 2009


Les invitamos cordialmente a que pasen al enlace que está más abajo para ver el reportaje original que nos realizó el periódico El Nuevo Día durante el día de ayer y publicado en el día de hoy, referente a los cuidados a tener hacia el Virus A-H1N1.


Ver Reportaje original de El Nuevo Día



La mejor arma para combatir el virus AH1NI es un sistema inmune robusto y en óptimas condiciones, según el médico generalista Elmo Rodríguez Sosa.



Por ello, ideó junto a su esposa, la doctora Esther García Ocampo, un cóctel natural que ofrece “protección” contra el temido virus, que ha provocado ocho muertes en la Isla.



“Lo que (el cóctel) busca es optimizar el sistema inmunológico”, explicó el generalista, que mantiene una práctica médica integral en su consultorio Sistema Médico Nutricional en Carolina.



El eje de esta propuesta se encuentra en la dieta diaria, que elimina el consumo de azúcar y de grasas saturadas.


“Hay investigaciones que demuestran que el consumo de azúcar debilita la capacidad de los glóbulos blancos para destruir bacterias”, afirmó Rodríguez Sosa en entrevista con El Nuevo Día.



“A mayor ingesta de azúcar, más deficiente es el trabajo de los glóbulos blancos que se dedican a defender el cuerpo”, agregó.



Como alternativa a los dulces, el galeno propuso comer un pedazo de pan integral con miel de abeja.


El procesamiento de las grasas saturadas también roba energía y esfuerzo al sistema inmune, que podría utilizar combatiendo a un agente intruso.


“Entiendo que la alimentación es fundamental, que es el elemento que más incide en el deterioro del sistema inmunológico”, señaló.


Su fórmula además contiene una dosis de ejercicio diaria al sol y al aire libre, así como 8 a 10 horas de sueño reparador.

“El sol estimula el sistema inmunológico y tiene propiedades antisépticas”, indicó.


Acentuó que el descanso es importante porque durante ese período el cuerpo repara el sistema inmunológico y se producen los anticuerpos.


Dentro de las medidas naturales para robustecer el sistema de defensa del cuerpo, Rodríguez Sosa sugirió tomar vitamina C, echinacea e infusiones de ajo, cebolla y tomillo.


El ajo es un antiviral natural y la echinacea es una planta con propiedades medicinales que se utiliza como una alternativa natural para combatir la influenza.


Evitar el estrés y confiar en Dios son los otros dos elementos de este cóctel que surgió como una guía para ayudar a sus pacientes.


“Con estas recomendaciones uno tiene una mayor probabilidad de que (el virus) no lo atrape, de que no lo sufra”, afirmó el galeno.


A pesar de su apego por la medicina alternativa, Rodríguez Sosa no descarta la medicina tradicional.


“La farmacología clásica se usa si es necesario”, concluyó.


End.cynthia.lopez@elnuevodia.com

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Descarga la Guía Preventiva del Virus A-H1N1

>> martes, 21 de julio de 2009


Saludos a todos nuestros apreciados amigos y radioescuchas. Les queremos enviar un cordial saludo desde Puerto Rico y les instamos a permanecer fieles y firmes en el Señor, aún mas en estos tiempos difíciles y de prueba, pero confiando en su poder y en su amor siempre.


Les pedimos disculpas a aquellos que entraron a la página y no encontraron la guía preventiva referente al virus A-H1N1 que les prometimos en el programa Clínica Abierta. Sin embargo el problema ya está resuelto luego de algunos contratiempos técnicos.


Todo lo que tienen que hacer para bajar el archivo es oprimir el enlace que les colocamos más abajo y listo. La presentación está disponible en PowerPoint, tanto para usuarios de la versión 97-2003 o bien los que tengan la versión 2007.



Versión Microsoft Office PowerPoint 97-2003: http://clinicaprosalud.com/CLUB_DE_LA_SALUD-virus_A_H1N1.pps



Versión Microsoft Office PowerPoint 2007: http://clinicaprosalud.com/CLUB_DE_LA_SALUD-virus_A_H1N1.ppsx




¡Que la paz de Dios les acompañe siempre!

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LA PRESCRIPCIÓN DEL MEDICO DIVINO

>> lunes, 20 de julio de 2009


"Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo."
(Juan 6: 51).

A fin de tener salud y vitalidad en el alma, el Médico divino prescribe comunión con El. Debemos sentamos a sus pies y aprender de El cómo ser mansos y humildes de corazón. La salud espiritual depende del alimento que se da a la mente y del aire que se respira.

El alma necesita alimento, y a fin de conseguirlo, debe estudiarse la Palabra de Dios. . Para curar la enfermedad es esencial inspirar aire puro. Y no es menos esencial que la atmósfera que respiramos en la vida espiritual sea pura. Esto es imprescindible para el crecimiento saludable en la gracia. Respiren la atmósfera pura que produce pensamientos puros y palabras nobles. Escojan asociarse con los cristianos. El cristiano no tendrá salud espiritual a menos que sea cuidadoso con respecto a sus compañías. . .

Cada cristiano que lo es en verdad, debe crecer. Debe crecer constantemente en sabiduría y conocimiento. Día tras día debe aproximarse a la estatura plena de un hombre en Cristo Jesús. A fin de ser seguidor del Maestro, debe crecer. Debe avanzar en un aprecio más profundo del amor de Dios y en un conocimiento más claro de su voluntad. Si su luz no brilla más y más resplandecientemente, su fe se vuelve débil y su amor enfermizo. Y a menos que perciba y reconozca su peligro, estará haciendo más daño a la causa de Dios que un incrédulo declarado. La piedad abandona el templo del alma. Se aparta descuidadamente de sus deberes y responsabilidades. Crucifica de nuevo al Hijo de Dios y lo expone a la vergüenza.

El ejercicio es esencial para crecer en la gracia. Cuando se ejercita en las cosas espirituales a los que están espiritualmente enfermos, se produce una transformación del carácter. La salud de la vida espiritual depende del ejercicio. Pero la espiritualidad no puede crecer mientras el corazón esté lleno de las úlceras corruptoras del egoísmo. El alma debe ser limpiada y purificada por la gracia refinadora de Dios. El canal de comunicación entre la tierra y el cielo debe ser mantenido libre de toda obstrucción, a fin de que el alma pueda recibir de Cristo una provisión de agua viviente. Se debe someter a prueba cada músculo y articulación espiritual. Dios nos ha dado muchas oportunidades para trabajar para El. A menos que aprovechemos estas oportunidades, no podremos crecer como cristianos. Cuando Cristo, la esperanza de gloria, se forme en el interior, se verá un cambio definido en la experiencia religiosa de quienes profesan ser cristianos (Manuscrito 50, del 9 de junio de 1901).

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La Carne Considerada Como Alimento

>> viernes, 29 de mayo de 2009


El régimen señalado al hombre al principio no incluía ningún alimento de origen animal. Hasta después del diluvio cuando toda vegetación desapareció de la tierra, no recibió el hombre permiso para comer carne.

Al señalar el alimento para el hombre en el Edén, el Señor demostró cuál era el mejor régimen alimenticio; en la elección que hizo para Israel enseñó la misma lección. Sacó a los israelitas de Egipto, y emprendió la tarea de educarlos para que fueran su pueblo. Por medio de ellos deseaba bendecir y enseñar al mundo. Les suministró el alimento más adecuado para este propósito, no la carne, sino el maná, "el pan del cielo." Pero a causa de su descontento y de sus
murmuraciones acerca de las ollas de carne de Egipto les fue concedido alimento animal, y esto únicamente por poco tiempo. Su consumo trajo enfermedades y muerte para miles. Sin embargo, nunca aceptaron de buen grado la restricción de tener que alimentarse sin carne. Siguió siendo causa de descontento y murmuración, en público y en privado, de modo que nunca revistió carácter permanente.

Al establecerse en Canaán, se permitió a los israelitas que consumieran alimento animal, pero bajo prudentes restricciones encaminadas a mitigar los malos resultados. El uso de la carne de cerdo quedaba prohibido, como también el de la de otros animales, de ciertas aves y de ciertos peces, declarados inmundos. De los animales declarados comestibles, la grasa y la sangre quedaban absolutamente proscritas. Sólo podían consumirse las reses sanas. Ningún animal desgarrado, mortecino, o que no hubiera sido cuidadosamente desangrado, podía servir de alimento.

Por haberse apartado del plan señalado por Dios en asunto de alimentación, los israelitas sufrieron graves perjuicios. Desearon comer carne y cosecharon los resultados. No alcanzaron el ideal de carácter que Dios les señalara ni cumplieron los designios divinos. El Señor "les dio lo que pidieron; mas envió flaqueza en sus almas." (Salmo 106:15.) Preferían lo terrenal a lo espiritual, y no alcanzaron la sagrada preeminencia a la cual Dios se había propuesto que llegasen.

Los que comen carne no hacen más que comer cereales y verduras de segunda mano, pues el animal recibe de tales productos el alimento que lo nutre. La vida que estaba en los cereales y en las verduras pasa al organismo del ser que los come. Nosotros a nuestra vez la recibimos al comer la carne del animal. ¡Cuánto mejor sería aprovecharla directamente, comiendo el alimento que Dios dispuso para nuestro uso!

La carne no fue nunca el mejor alimento; pero su uso es hoy día doblemente inconveniente, ya que el número de los casos de enfermedad aumenta cada vez más entre los animales. Los que comen carne y sus derivados no saben lo que ingieren. Muchas veces si hubieran visto los animales vivos y conocieran la calidad de su carne, la rechazarían con repugnancia. Continuamente sucede que la gente coma carne llena de gérmenes de tuberculosis y cáncer. Así se propagan estas enfermedades y otras también graves.

En los tejidos del cerdo hormiguean los parásitos. Del cerdo dijo Dios: "Os será inmundo. De la carne de éstos no comeréis, ni tocaréis sus cuerpos muertos."(Deuteronomio 14: 8.) Este mandato fue dado porque la carne del cerdo es impropia para servir de alimento. Los cerdos se alimentan de desperdicios, y sólo sirven para este fin. Nunca, en circunstancia alguna, debería ser consumida su carne por los seres humanos. Imposible es que la carne de cualquier criatura sea sana cuando la inmundicia es su elemento natural y se alimenta de desechos.
A menudo se llevan al mercado y se venden para servir de alimento animales que están ya tan enfermos que sus dueños temen guardarlos más tiempo. Algunos de los procedimientos seguidos para cebarlos ocasionan enfermedades. Encerrados sin luz y sin aire puro, respiran el ambiente de establos sucios, se engordan tal vez con cosas averiadas y su cuerpo entero resulta contaminado de inmundicias.

Muchas veces los animales son transportados a largas distancias y sometidos a grandes penalidades antes de llegar al mercado. Arrebatados de sus campos verdes, y salvando con trabajo muchos kilómetros de camino, sofocados por el calor y el polvo o amontonados en vagones sucios, calenturientas y exhaustos, muchas veces faltos de alimento y de agua durante horas enteras, los pobres animales van arrastrados a la muerte para que con sus cadáveres se deleiten seres humanos.

En muchos puntos los peces se contaminan con las inmundicias de que se alimentan y llegan a ser causa de enfermedades. Tal es en especial el caso de los peces que tienen acceso a las aguas de albañal de las grandes ciudades. Los peces que se alimentan de lo que arrojan las alcantarillas pueden trasladarse a aguas distantes, y ser pescados donde el agua es pura y fresca. Al servir de alimento llevan la enfermedad y la muerte a quienes ni siquiera sospechan el peligro.

Los efectos de una alimentación con carne no se advierten tal vez inmediatamente; pero esto no prueba que esa alimentación carezca de peligro. Pocos se dejan convencer de que la carne que han comido es lo que envenenó su sangre y causó sus dolencias. Muchos mueren de enfermedades debidas únicamente al uso de la carne, sin que nadie sospeche la verdadera causa de su muerte.

Los males morales derivados del consumo de la carne no son menos patentes que los males físicos. La carne daría la salud; y todo lo que afecta al cuerpo ejerce también sobre la mente y el alma un efecto correspondiente. Pensemos en la crueldad hacia los animales que entraña la alimentación con carne, y en su efecto en quienes los matan y en los que son testigos del trato que reciben. ¡Cuánto contribuye a destruir la ternura con que deberíamos considerar a estos seres creados por Dios!

La inteligencia desplegada por muchos animales se aproxima tanto a la de los humanos que es un misterio. Los animales ven y oyen, aman, temen y padecen. Emplean sus órganos con harta más fidelidad que muchos hombres. Manifiestan simpatía y ternura para con sus compañeros que padecen. Muchos animales demuestran tener por quienes los cuidan un cariño muy superior al que manifiestan no pocos humanos. Experimentan un apego tal para el hombre, que no desaparece sin gran dolor para ellos.

¿Qué hombre de corazón puede, después de haber cuidado animales domésticos, mirar en sus ojos llenos de confianza y afecto, luego entregarlos con gusto a la cuchilla del carnicero? ¿Cómo podrá devorar su carne como si fuese exquisito bocado?

Es un error suponer que la fuerza muscular dependa de consumir alimento animal, pues sin él las necesidades del organismo pueden satisfacerse mejor y es posible gozar de salud más robusta. Los cereales, las frutas, las oleaginosas y las verduras contienen todas las propiedades nutritivas para producir buena sangre. Estos elementos no son provistos tan bien ni de un modo tan completo por la dieta de carne. Si la carne hubiera sido de uso indispensable para dar salud y fuerza, se la habría incluido en la alimentación indicada al hombre desde el principio.
A menudo, al dejar de consumir carne, se experimenta una sensación de debilidad y falta de vigor. Muchos insisten en que esto prueba que la carne es esencial; pero se la echa de menos porque es un alimento estimulante que enardece la sangre y excita los nervios. A algunos les es tan difícil dejar de comer carne como a los borrachos renunciar al trago; y sin embargo se beneficiarían con el cambio.

Cuando se deja la carne hay que substituirla con una variedad de cereales, nueces, legumbres, verduras y frutas que sea nutritiva y agradable al paladar. Esto es particularmente necesario al tratarse de personas débiles o que estén recargadas de continuo trabajo. En algunos países donde reina la escasez, la carne es la comida más barata. En tales circunstancias, el cambio de alimentación será más difícil, pero puede realizarse. Sin embargo, debemos tener en cuenta la condición de la gente y la fuerza de las costumbres establecidas, y también guardarnos de imponer indebidamente las ideas nuevas, por buenas que sean. No hay que instar a nadie a que efectúe este cambio bruscamente. La carne debe reemplazarse con alimentos sanos y baratos. En este asunto mucho depende de quien cocine. Con cuidado y habilidad, pueden prepararse manjares nutritivos y apetitosos con que substituir en buena parte la carne.

En todos los casos, edúquese la conciencia, apélese a la voluntad, suminístrese alimento bueno y sano, y el cambio se efectuará de buena gana, y en breve cesará la demanda de carne.
¿No es tiempo ya de que todos prescindan de consumir carne? ¿Cómo pueden seguir haciendo uso de un alimento cuyo efecto es tan pernicioso para el alma y el cuerpo los que se esfuerzan por llevar una vida pura, refinada y santa, para gozar de la compañía de los ángeles celestiales? ¿Cómo pueden quitar la vida a seres creados por Dios y consumir su carne con deleite? Vuelvan más bien al alimento sano y delicioso que fue dado al hombre en el principio, y tengan ellos mismos y enseñen a sus hijos a tener misericordia de los seres irracionales que Dios creó y puso bajo nuestro dominio.

¡Saludos!


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